El abrazo curativo nunca transmite mensajes confusos. Por el contrario, siempre expresa con autenticidad quiénes somos y qué sentimos; antes de tocar a otros necesitamos primeramente estar en contacto con nosotros mismos. Cuando las palabras dicen una cosa y el abrazo otra nos sentimos incómodos y confundidos.
Un abrazo nunca dice Tú tienes la culpa ni Quiero hacer daño. Somos individuos complejos que tratan de hallar su satisfacción. No podemos elegir lo que sentimos, pero sí lo que decimos o hacemos como reacción a esos sentimientos. Podemos hallar modos de satisfacer nuestras necesidades sin culpas ni daños para nosotros ni para otros. Como abrazoterapeutas, nuestra responsabilidad es crear y curar, no dañar o echar culpas. Ya no podemos permitirnos el lujo de ver el mundo como formado por “buenos” y “malos”. Un abrazo terapéutico es siempre no sexual. El abrazo cariñoso, consolador o juguetón se diferencia del abrazo amante y no busca ese planos de intimidad física que forma parte de la relación romántica.
El contacto terapéutico es un idioma nuevo que apenas comenzamos a aprender. Al buscar el contacto el precio a pagar puede ser que otros interpreten mal nuestros abrazos, considerándolos indiscretos o contundentes a una relación amorosa.
A medida que vayamos conociendo mejor lo que puede decirnos el idioma del contacto sobre la afirmación y el apoyo, descubriremos que el abrazo es una comunicación saludable, capaz de enriquecernos la vida. A medida que los abrazos se tornen más aceptables como “segundo idioma”, los aranceles del riesgo disminuirán proporcionalmente.
Además de su mensaje particular, un abrazo que sea realmente terapéutico debe expresar siempre estas afirmaciones no verbales. Un abrazo terapéutico siempre dice: comprendo lo que sientes.
Como todos tenemos la misma clase de sentimientos, se produce un vínculo común que nos abraza y une. Respetamos nuestros propios sentimientos como sistema natural de orientación para la toma de decisiones, la creación de valores y la resolución de los problemas. Valuamos los sentimientos del otro como una parte esencial del ser.
Todo abrazo terapéutico dice siempre:
Respeto tu sabiduría interior inigualable. Eres especial.
Celebramos el hecho de que, dentro del círculo de la unidad, haya individuos cuya rica diversidad haga de la vida algo muy interesante. Los sentimientos, las ideas y los valores ajenos expanden nuestra realidad más allá de nuestra limitada visión personal. El mundo está pleno de infinitas posibilidades porque somos diferentes.
Todo abrazo terapéutico dice siempre:
Eres lo que eres, no sólo lo que haces.
Todos necesitamos la confirmación de que somos seres completos y únicos, diferentes de los muchos papeles que nos ha tocado desempeñar. Por ejemplo: No eres sólo médico, madre, deportista, ayudante de veterinario, experta en aerobismo, árbitro de disputas y conductora de un taxi, además de genio doméstico: eres TU.
Referencia bibliográfica
Keating K. (1987). Abrazame 2. Argentina: Javier Vergara Editor.
Comentarios
Publicar un comentario